Sé que fluyes por inercia, que tu boca solo enuncia la dulce ración del día. No obstante, quiero que sepas que la tierra no te olvida. Allí donde amaste la vida, estás presente en tu paso. Y aún las montañas y el mar son generosos contigo y al momento de tu partida te serán leves los cuatro elementos.

Tu semblante observó lo hospitalario y lo tortuoso; así, continuaste tu caminar entre bosques lluviosos hacia el río, buscando el horizonte costero.
Si ya no gritaste, pues tu voz estaba rota, dichos sonidos fueron escuchados.

Muchas veces perdiste la esperanza. ¿No reconociste el cambio, donde la tierra pródiga se volvió ciénaga? ¿Cuándo contemplaste frontalmente el odio y la inhumanidad?

Extraviado, quedaste entre los estratos. Quisiste deambular y te quedaste entre barrotes -que te alejaban de tus añorados amores- durante meses y años, únicamente escuchando la lluvia interminable.

El humus te hizo hundir tus raíces y reverdecer.

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​Dr. Gonzalo Leiva Quijada
Curador