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Serie "Evocación/Reflejo: elementos liberadores"

 

 

1.

Entrar a un edificio vacío, la ruina de lo que fue una cárcel para presos políticos.

Ver las celdas y sus muros -de una poética desgarrada- cubiertos con densas capas de pintura.

Descascaradas una tras otra las intenciones de evocar lo querido, el hogar.

 

En los muros aún se encuentran huellas, palabras, dibujos trazados por algún reo; manifiestos visuales, historias y sentimientos por donde parece resurgir algún afán o las ansias que éstos quisieron representar.

 

​Esos muros impiden suponer el silencio

 

2.

Estaba dentro de la cárcel. Con una cámara fotográfica y un espejo.

 

Un espejo es un objeto que interviene el espacio con levedad y al mismo tiempo tiene el poder de reproducir los reflejos del mundo visible en su forma y realidad, capturándola como presencia irrefutable y latente a su cuerpo y a su significado arquetípico. El espejo aparece en este recinto como una propuesta objetual del ideal de Verdad

 

3.

En un primer grupo de fotografías el espejo refleja la otra cara de la celda. Un muro.

 

​Un muro, en su presencia monumental y alienante está ahí para condenar las convicciones y derrumbar cualquier deseo de liberación. 

El muro actúa como límite espacial, represor. Pero al mismo tiempo es el mayor articulador e incitador de fantasías y planes de libertad

 

4. 

En el segundo grupo de fotos, el espejo refleja el paisaje exterior, llevando al sitio de encierro la perspectiva circundante. 

La imagen alegórica de la Naturaleza, en su presencia transmutadora, ingresa reflejada al espacio carcelario permitiendo renovar la utópica resolución de ese mismo deseo de liberación.

La vegetación y el cielo que ancestralmente ha sido contemplado como la gran bóveda uterina que contiene todo sin excepción y en su magnitud entrega sentido y cobijo a cualquier existencia, sostiene y resignifica la fe y la inevitable pulsión vital.

5.

En la tercera secuencia el espejo refleja mi imagen que es situada como testigo de esta acción simbólica de identificación y presencia corporal que deja percibir la dimensión, la escala de la vivencia de los presos que enfrentaron los efectos del confinamiento y la tortura.  Al ver el cuerpo en cautiverio, como acto de auto-apresamiento dentro de ese espejo, se hace carne la memoria del cuerpo oprimido.

El alma especular de la cámara fotográfica se confronta consigo misma, frente al otro espejo. Un encuentro de existencias semejantes, cuya confrontación fricciona sus naturalezas inanimadas y en su tautología parece disolver su objetividad.

Estas acciones buscaban su equivalencia con las que podríamos encontrar en la búsqueda de liberación de un cuerpo y su existencia sometidos, que lucha contra la alienación. Actos que en su estrategia de repetición aparecen como ejercicios rituales para aminorar los procesos lacerantes frente la conciencia de la imposición del paso del tiempo en un encierro arbitrario y que a su vez se ocupan de crear una rutina liberadora, un imaginario de resistencia que permita encontrar alguna porción de paz durante ese pasar alejado de la libertad.

Valdivia, marzo de 2019.

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