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Serie "Origen / New Babylon"

Veo un paisaje, un valle. El río que atraviesa la ciudad.

Entro en él. Al ángulo preciso por donde traza sus planes el sol.

Vuelvo a ver. Antes de cualquier origen o nombre, de conquista alguna.

Antes de posibles hombres de azarosas vestiduras. De la cruda muerte.

De los primeros arrebatos y amoríos. O la huerta abundante y ancha en la tierra primitiva.

Aguas que escurren la montaña venida del magma. Y bajan.

Fluyen imperiosas al encuentro de las mareas de su fuente mayor.

El retorno de un viaje bello y redondo como pupilas en llamas.

Aquí estuvo el río. Aquí permanecerá.

Torrente vital, fuerte y voluptuoso, que silencia puentes, calles y metales estridentes.

Calma a la ciudad nocturna. La enmudece en su pasar de los tiempos.

¡Qué caudal fabuloso!. Columna hábil. Sólida canción rocosa.

Y cuenca laberinto de pájaros hechos de bruma gélida, gris, cortina misteriosa.

Otros nítidos como el azul ardiente del verano.

Río caprichoso, que viene a doblegar la vorágine constante de quienes no lo ven.

No vagan; sólo pasan, habitando su no paisaje, su no lugar.

Vacíos. Hilos por bordar.

Otro camino puede haber. Otros.

Esta masa de blancos y negros y de letras agolpadas, es el espejo de otros.

Es cristal del ojo despierto y ávido.

Que juega con los calces de la luz, todos los días. Y recuerda.

Y en las noches vaga buscando su sombra fiel. Y olvida.

(Obra fotográfica intervenida con texto. 22 objetos de cristal templado. 800 x 30 cms.)

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